La edición de 2025 de WWE Night of Champions, programada para este sábado 28 de junio en Riad, Arabia Saudita, está generando un nivel de expectación por los temas actuales en el mundo, pero. entre los combates anunciados, el enfrentamiento en la final del torneo King of the Ring entre Randy Orton y Cody Rhodes se perfila como el más intrigante.
Esta lucha puede tener las implicaciones narrativas que podrían redefinir sus trayectorias. Pienso que este sábado veremos un giro a rudo de Orton, con un ataque vicioso sobre Rhodes que podría marcar el inicio de una de las rivalidades más intensas de 2025.
El contexto de este combate es tan rico como personal. Orton, un veterano de 14 campeonatos mundiales, y Rhodes, su antiguo protegido en la facción Legacy, han compartido una relación compleja que mezcla respeto mutuo y rivalidad latente.
Desde el regreso de Rhodes a WWE en 2022, ambos han mantenido una dinámica de amistad, con Orton elogiando públicamente el impacto de Rhodes en la industria, incluso destacando cómo la creación de AEW “cambió el negocio para mejor”. Sin embargo, las tensiones han ido creciendo. Orton, quien ha dejado claro su deseo de enfrentar a John Cena por el título mundial y alcanzar su decimoquinto reinado, ve a Rhodes como un obstáculo en su camino hacia SummerSlam. En un evento reciente en Fanatics Fest, Orton fue directo: “Si tengo que elegir entre Jey Uso o Cody, voy con Cody. Quiero vencer a Cody”. Esa declaración, combinada con su lenguaje corporal en las últimas semanas, sugiere que el Viper está listo para cruzar una línea.
Rhodes, por su parte, llega a Night of Champions en una misión de redención. Tras perder el Campeonato Universal Indiscutido ante Cena en WrestleMania 41, donde Cena recurrió a tácticas rudas y una interferencia de The Rock, Rhodes ha estado obsesionado con recuperar el título. Su victoria sobre Jey Uso en las semifinales del King of the Ring en el episodio de Raw del 23 de junio fue un recordatorio de su determinación, pero también mostró vulnerabilidad. Rhodes, conocido por su estilo emotivo y su conexión con los aficionados, podría no estar preparado para la versión más despiadada de Orton que se rumorea aparecerá este sábado.
Espero que en Night of Champions Orton no solo derrote a Rhodes, sino que lo haga de manera contundente, desencadenando un ataque post-combate que sellará su transición a rudo. Este giro tiene sentido desde una perspectiva narrativa: Orton, a los 45 años, ha estado interpretando un personaje babyface desde su regreso en Survivor Series 2023, pero su carisma natural y su historial como heel lo convierten en un candidato ideal para revitalizar su carrera con un cambio de alineación. Además, el ataque a Rhodes podría establecer una rivalidad a largo plazo, con un posible enfrentamiento culminante en SummerSlam o incluso WrestleMania 42.
No se puede ignorar el trasfondo de John Cena en esta historia. Tanto Orton como Rhodes tienen cuentas pendientes con el actual campeón, quien ha abrazado un papel de heel por primera vez en dos décadas. Una victoria de Orton en el King of the Ring lo pondría en curso de colisión con Cena en SummerSlam, pero el ataque planeado a Rhodes podría complicar esa trayectoria, abriendo la puerta a un triple amenaza o incluso a una intervención de The Rock, quien sigue siendo una sombra en el panorama de WWE. Por otro lado, si Rhodes logra sobrevivir al asalto de Orton, su camino hacia Cena podría fortalecerse, consolidando su redención como el babyface definitivo de la compañía.
En términos de impacto, este giro de Orton tiene el potencial de ser uno de los momentos más memorables de 2025. La WWE ha estado manejando con cuidado la evolución de Rhodes como su principal estrella, pero un ataque brutal de su mentor podría añadir una nueva capa a su personaje. Para Orton, este cambio de personaje es una oportunidad para demostrar que, incluso a estas alturas de su carrera, sigue siendo uno de los performers más peligrosos y magnéticos del negocio.
Night of Champions 2025 podría marcar la noche que veremos a un Randy Orton renovado. La pregunta no es si este combate robará el show, sino cuánto cambiará el paisaje de WWE cuando termine.